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Cancioncitas

Rita la Conejita Durmiente y sus Amiguitos Trasnochadores

En el denso bosque lleno de flores y árboles altos vivía una conejita llamada Rita.

Era una conejita muy especial: tenía un lazo rojo en la cabeza, mejillas rosadas y siempre estaba lista para dormir temprano.

Su camita de madera, con detalles en forma de corazón y sábanas suaves color pastel, era su lugar favorito.

Todas las noches, encendía una velita en su mesita, cerraba sus cortinas rosadas con corazoncitos y se acostaba a soñar.

Sus amiguitos, sin embargo, eran muy diferentes. El zorrito Pablito, la ardillita Tina y el búho Benito preferían quedarse despiertos hasta tarde.

«¡Dormir es aburrido!» decía Pablito mientras saltaba entre los arbustos. «¡Hay tantas nueces que contar!» chillaba Tina. Y Benito, con sus ojitos grandes, ululaba: «¡La noche es para volar y jugar!»

Una noche, Rita les dijo: «Mañana tenemos que ayudar a la maestra a pintar la escuela. Si no duermen, estarán muy cansados.» Pero sus amigos se rieron y siguieron jugando bajo la luna.

A la mañana siguiente, Rita saltó de su cama, fresca como una flor. Llegó a la escuela con su pincel y su sonrisa. Pero Pablito se quedó dormido sobre la pintura roja, Tina dejó caer su brocha porque no podía mantener los ojos abiertos, y Benito pintó una raya torcida porque cabeceaba de sueño.

La maestra, una sabia tortuga, meneó la cabeza y dijo: «Parece que alguien no durmió lo suficiente.»

Rita, con sus patitas ágiles, terminó su parte del mural: un sol brillante con flores. Sus amigos la miraron con ojitos cansados y le preguntaron:

«¿Cómo haces para estar tan despierta, Rita?» Ella sonrió y dijo: «Me voy a dormir temprano. Así mis sueños me dan energía para el día.»

Esa noche, Pablito, Tina y Benito decidieron probar el consejo de Rita. Se acurrucaron en sus camitas, cerraron los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, durmieron profundo.

Al día siguiente, todos pintaron juntos un arcoíris precioso en la escuela, riendo y saltando con energía.

Moraleja: Dormir temprano es como regar una flor: te ayuda a crecer fuerte, feliz y listo para brillar cada día.