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Cancioncitas

Sofía, la ardilla previsora 🐿️

En un bosque lleno de árboles altos y verdes, vivía Sofía, que en otro idioma significa «SABIDURIA», una pequeña ardilla con un gran amor por las bellotas.

Mientras sus amigos jugaban y saltaban de rama en rama, Sofía pasaba los días de verano recolectando bellotas en el suelo. Guardaba cada una con mucho cuidado en su árbol hueco.

–¡Sofía, ven a jugar! –le decían sus amigos.

–¡Siempre estás trabajando! ¿No te cansas? –bromeaban otros.

Pero Sofía solo sonreía y seguía sus labores.

–El invierno llegará pronto –respondía con calma–. Es mejor estar preparados.

Sus amigos se reían y seguían jugando, sin preocuparse por lo que vendría.

El tiempo pasó, y el invierno llegó al bosque. La nieve cubrió el suelo y los árboles se quedaron sin hojas. Las bellotas y otros alimentos desaparecieron bajo el frío manto blanco. Las ardillas que habían pasado el verano jugando empezaron a tener hambre.

Mientras tanto, Sofía estaba tranquila en su árbol. Su hueco estaba lleno de bellotas que había recolectado durante el verano. Un día, mientras masticaba una bellota, escuchó un golpeteo en su árbol.

–¿Quién será? –pensó.

Al asomarse, vio a sus amigos temblando de frío.

–Sofía –dijo una ardilla con voz bajita–, no tenemos qué comer. ¿Podrías ayudarnos?

Sofía, sin dudarlo, los invitó a entrar.

–Claro que sí. Tengo suficiente para compartir –dijo con una sonrisa.

Las ardillas entraron al árbol, sorprendidas por la cantidad de bellotas que había allí. Comieron juntas y se sintieron agradecidas con Sofía.

–Gracias por compartir con nosotros, Sofía. Eres muy generosa –dijeron.

–No es solo generosidad –respondió Sofía–. Es importante estar preparados para tiempos difíciles. Si hubieran recolectado bellotas en verano, no pasarían hambre ahora.

Sus amigos se miraron entre sí, avergonzados. Se dieron cuenta de que Sofía tenía razón.

Cuando la primavera llegó y el bosque volvió a llenarse de flores y colores, las ardillas recordaron la lección. Todas comenzaron a recolectar bellotas y a guardarlas en sus propios árboles, trabajando juntas. Aprendieron que ser previsores no solo les ayudaba a ellos, sino también les daba la oportunidad de ayudar a otros.

El bosque se convirtió en un lugar donde todos colaboraban. Las ardillas jugaban juntas, pero también trabajaban duro para asegurar que nunca más les faltara comida en invierno.

Desde entonces, cada vez que una ardilla nueva llegaba al bosque, las demás contaban la historia de Sofía, la ardilla previsora.

Moraleja: Prepararnos para el futuro no solo nos ayuda a enfrentar tiempos difíciles, sino que también nos permite cuidar de quienes nos rodean.