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Cancioncitas

Los Tres Deseos

Había una vez un leñador muy trabajador que hacía jornadas muy largas y cansadas para ganarse el pan para llevar a casa. Pam! Pam! Pam! sonaba fuerte su hacha cortando madera en medio del bosque.

A cada hora, todos los días, sin descansar, trabajaba para sacar la madera que vendía en el pueblo

Pam! Pam! Pam!

Aun cuando le dolía todo el cuerpo por tanto trabajar y cortar madera, él seguía con fuerza pensando en su familia.

Pam! Pam! Pam!

Hasta que el tronco estuviera tan débil que el árbol se derrumbara al suelo y retumbara en todo el bosque:

POOOOOOF!

Pero un día, el buen leñador encontró un árbol diferente. Era de una especie muy especial, su madera era preciosa y su tamaño era singularmente más grande. Pensó: “Este árbol es sólido y recto, su madera es la más dura que he visto, aunque me cueste cortarlo podré vender su madera a el triple o hasta cuatro veces más cara, ”,

se dijo a sí mismo: Lo lograré! Luego levantó el hacha y empezó a…

Pam! Pam! Pam!

¡ALTO AHI LEÑADOR ! gritó una pequeña voz….

El leñador miró a su alrededor, pero no vio a nadie.

Por favor, señor leñador -dijo la vocecilla-. Por favor, no corte el árbol. Es mi casa, no me deje sin hogar, le daré mucho si se marcha y nos deja en paz. Si no lo corta, le concederé tres deseos.

El leñador seguía sin saber quién le hablaba, pero estaba seguro de que ALGUIEN lo hacía. Retrocedió con cierta duda y con un poco de miedo , pues algo extraño sucedía, esa voz no era de una persona… parecía algo extraño.

Está bien -dijo él-. No entiendo por qué, pero… está bien, buscaré otro y no cortaré este árbol.

Como el leñador decidió no cortar el roble, desperdició la mitad de su jornada. Mientras regresaba a casa esperó que la promesa de los tres deseos fuera cierta. De ese modo, ni él ni su esposa tendrían que trabajar tan duro para sobrevivir.

Su esposa se puso muy contenta cuando llegó.

-Hay frijoles y pan recién cocidos en la estufa -dijo la mujer.

-¿sólo Frijoles? -dijo el leñador-. Es una comida muy corriente, he trabajado tanto todo el día que la verdad desearía poder comerme una enorme salchicha.

TAN TAAAAAN!

De inmediato apareció una enorme salchicha y cayó sobre la mesa.

-¡Vaya! -exclamó el leñador-. Entonces la pequeña voz decía la verdad, me hizo el primer deseo realidad!!

El leñador le explicó a su esposa lo del roble, la pequeña voz y los tres deseos.

-¿Tres deseos y desperdiciaste uno en una salchicha? -le alegó la mujer-. ¡Necesitamos dinero, no salchichas! ¡Desearía que tuvieras una pegada en la punta de la nariz!

TAN TAAAAAN!

De inmediato, la salchicha voló y se le pegó en la punta de la nariz del hombre.

-¡Ay! -gritó él-. ¡Está caliente! ¡Ayúdame a quitármela de encima!

Ambos la halaron y la retorcieron, y luego siguieron halando.

Era inútil: la salchicha estaba sujeta con firmeza.

-No vale la pena ser rico si tengo que vivir con una salchicha en la punta de la nariz -dijo el leñador-. Solo deseo que se caiga.

TAN TAAAAAN!

Y la gran salchicha cayó al suelo. Oh! dijo el leñador sorprendido junto a su esposa.

Bueno, recalcó, los frijolitos se ven deliciosos, vamos a comerlos juntos y felices entonces.

respondió la mujer: los hice con mucho amor para ti, y besó su nariz.

Y así, el leñador y su esposa, siguieron viviendo juntos felices sabiendo que lo más importante es el amor.