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Cancioncitas

El Posadero y el Rey

Hubo una vez un rey que quiso emprender un largo viaje para conocer mejor el mundo.

Él y su sirviente, con suficiente dinero en oro se aventuraron por la incertidumbre de las montañas y montes para encontrar nuevos destinos.

Atravesaron colinas ondulantes y llegaron a las montañas difíciles de escalar, desde las cuales podían ver las grandes distancias que aún debían recorrer para encontrar poblados.

Después de tres días de viaje, el rey se cansó de comer pan seco y salchichón. Cuando él y su sirviente llegaron a una posada muy humilde, decidieron detenerse y pedir algo de comer.

El posadero y su esposa observaron sorprendidos a los forasteros que vestían muy diferente a su humilde apariencia.

—¡Qué prendas más lujosas! ¡Que hermosos detalles tiene la corona! serán de la realeza!

El rey se dio cuenta de que el posadero no tenia mucho que ofrecer, la mesa era humilde y no tenían las comodidades que él estaba acostumbrado a gozar.

—No se preocupe —dijo amistosamente—. No hace falta que me llame “su majestad” ni que me salude diferente. Solo tráiganos un plato de comida a cada uno; la mejor que tenga en su cocina, tenemos mucha hambre y pagaremos lo que sea para comer algo diferente a lo que traemos.

—Así será —dijo el posadero, al tiempo que hacía reverencias muy nervioso y afligido-

El hombre fue a la cocina y junto con su esposa prepararon la mejor comida que pudieron con los ingredientes que tenían a mano: Luego de un rato, regresó a la mesa con un plato para cada huésped.

Había preparado huevos mezclados con hierbas picadas, y los había cocido en mantequilla, se veían muy apetitosos, pero no dejaba de ser un plato humilde para un Rey.

El posadero los miró con mucho temor y pensó: Seguramente al sirviente le gustarían, pero ¿acaso al rey le complacería un plato tan humilde?

Para su sorpresa respondió:

—¡Vaya…! ¡Está increíblemente delicioso! —anunció el rey cuando terminó el último bocado, en verdad fue una experiencia diferente—. ¿Cuánto les debo?

El posadero hizo una reverencia y bajando el rostro le dijo: — sólo son diez monedas de oro, mi señor.

—¿Diez!? ¿diez monedas de oro?—dijo el rey un tanto molesto y con sarcasmo, y buscó su saco lleno de oro.

Luego le susurró a su sirviente—: ¡Es mucho, incluso para una comida tan buena! ¿Acaso escasean los huevos en este lugar?

, —¡Claro que no! —respondió el sirviente—. ¡Este hombre incluso tiene un gallinero completo, no creo que escaseen los huevos!

—Su Majestad, con todo el respeto que se merece – respondió el posadero.

Y agregó: Aquí abundan las gallinas y los huevos, pero rara vez nos visitan reyes.

El rey admite que el precio era alto, pero entendió que el extraño ahí era él y los bendijo con 10 monedas de oro adicionales y se marchó por dónde vino.

🏰  Moraleja del cuento “El Posadero y el Rey”

A veces, las cosas más simples y humildes pueden tener un valor inesperado. El respeto, la honestidad y el esfuerzo merecen ser reconocidos, sin importar cuán pequeña parezca la acción.