
En el hermoso lago del norte había una familia de patos nadando, liderada por mamá pata, era muy hermoso ver a todos nadar, pero en ocasiones, Mamá Pata se enfadaba y muchas veces era con el mayor de la nidada.
—¡Eres TORPE cuando caminas! —le gritaba con un cuack! —. ¡Ten cuidado de no pisar las patas de tu hermana, la has lastimado!!

—¡No seas GLOTÓN, come despacio! —lo regañaba—. Tus hermanos y hermanas también necesitan comer, no te comas todo lo que traje.
—¿Tienes que ser tan ESCANDOLOSO? —le decía ella—. ¡Debes graznar con dulzura en lugar de chillar y gorgotear horriblemente!
Puedes imaginártelo, pero realmente el patito torpe se sentía triste y fue solito hacía el estanque.
Cuando vio su reflejo en el agua notó que era muy diferente, su cabeza enorme y su plumaje extraño, se sintió, peor.. se sintió aún más triste.

—No me parezco a mis hermanitos ni a mis hermanas —dijo, secándose las lágrimas—. No puedo hacer bien las cosas y además soy muy feo.
El patito se sentía tan triste que lo pensó bien y abandonó el nido apenas tuvo suficientes plumas y tamaño para cuidar de sí mismo. Caminó por muchas veredas, cada vez que veía patos a lo lejos volar lloraba y se lamentaba ser un pato tan feo.

En su camino, unos patos con ojos dorados aterrizaron cerca de él.. Se le acercaron con mucha prisa preguntándole:
Hola! —¿llegaste hace poco? Seguramente volaste con la primera bandada —dijeron—.
Espera, ¡tú no eres de los nuestros! eres un pato muy feo
—¿Cua-cua-cuándo te irás? ¿Eres un extraño que no conocemos?
Este es nuestro lugar para pasar el invierno.
—¡Largo-go-go-go! —graznaron.
El patito feo se alejó nadando, y llegó a una laguna bordeada de cañas. De inmediato, una bandada de gansos lo rodeó.
Algunos silbaron y sacaron sus lenguas. Otros volaron hacia él y aletearon con fuerza.

El patito feo escapó sintiéndose aún más rechazado, corrió hacia un pantano y allí encontró un terreno lodoso donde podría refugiarse.
Se sentó y ocultó la cabeza bajo el ala, lloró toda la noche. Iba a tener que quedarse allí solo y aislado durante el frío invierno.

Increíblemente, se las arregló para sobrevivir al frío y a la nieve del invierno. De cierto modo, esto lo hizo más fuerte, creció alto y notó que su plumaje se hizo fuerte y hermoso.
Cuando llegó la primavera, incluso se sentía diferente, algo dentro de él también había cambiado, mientras sentía el aroma fresco de las flores y el viento acariciaba sus plumas, sintió que era fuerte y que todo estaba mejor.
Unos días después, en su camino encontró un lago enorme. Jamás lo había visto, era de agua cristalina y tenía mucha vegetación al rededor.

—Estoy aprendiendo a poner la frente en alto y mis alas me protegerán —se dijo a sí mismo.
Mientras lo decía, dos hermosas aves blancas y enormes descendieron a su encuentro:
—¡Mírate! —dijeron—. ¡Vaya! ¿Pasaste el invierno aquí? wow, eres muy valiente hermano, Ven y únete a los demás cisnes.
—Pero no soy un cisne —respondió él—. Soy un patito , de hecho soy un patito feo.
—No hermano! no eres un pato, tampoco eres feo, ¡Eres un CISNE! —dijeron ellos—. Eres un cisne blanco y hermoso.
Acompáñanos al lago, ven a compartir con todos, aquí está tu familia.

Así lo hizo. Se vio en el reflejo del agua y feliz extendió sus alas, se incorporó con gracia y estilo a los demás y empezó a nadar comprendiendo todo.
Ahí vivió su vida, entre su verdadera familia, lleno de amor y vivencias lindas.
FIN.
Colorea el Cisne (que creía que era un patito feo)
